Los influentes negros cambian las percepciones y realidades de Brasil desde las redes sociales

Los influentes negros cambian las percepciones y realidades de Brasil desde las redes sociales

More and more Black influencers are using social media platforms like Instagram and YouTube to connect with audiences, monetise their content and challenge dominant media narratives about what it means to be Black and Brazilian.

(Alamy/John Michaels)

Los casi 250.000 suscriptores de su canal de YouTube Nath Finanças han convertido a Nathália Rodrigues en una de las influentes negras más populares de las redes sociales de Brasil. En él ofrece educación financiera a personas de rentas bajas, como ella. Ana Paula Xongani habla de todo tipo de temas, desde racismo a moda, en su canal de Instagram, que supera ya los 200.000 seguidores. La maquilladora Bianca Santos, con más de 600.000 seguidores, tiene un gran éxito en TikTok ofreciendo consejos sobre maquillaje a personas de piel oscura.

Brasil es uno de los países con más desigualdades sociales del mundo, donde las personas negras e indígenas no cejan en la lucha por que se respeten sus derechos humanos fundamentales, a una educación de calidad, a una vivienda y un empleo dignos y a la igualdad. La desastrosa gestión que el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro ha realizado de la pandemia de covid-19 está recrudeciendo las desigualdades raciales. En este contexto, las plataformas de las redes sociales proporcionan a los jóvenes creadores negros un espacio crucial en el que comparten sus historias, desde perspectivas con frecuencia ignoradas por los principales medios de comunicación, además de la posibilidad de ganar dinero con ello.

Quienes nacen pobres en Brasil suelen tener pocas oportunidades. La pobreza está claramente racializada, como consecuencia directa de una economía construida a lo largo de tres siglos sobre el trabajo de los africanos esclavizados, la desposesión y el genocidio de los pueblos indígenas. Aunque la mayoría de los habitantes (55,8%) son afrodescendientes que se identifican como pretos (“de piel oscura”) y pardos (“de piel morena”, es decir, de ascendencia mixta africana, europea o indígena), según todos los indicadores socioeconómicos, los brasileños no blancos, y en concreto los brasileños negros –un término que designa una identidad social y política más amplia, que va más allá de las cinco categorías formales vinculadas al color de la piel recogidas en el censo nacional– viven una situación de gran desventaja.

En Brasil, la población negra representa el 75% de quienes viven en la pobreza extrema, es decir, los 13,5 millones de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día.

Entre los brasileños que sobreviven con menos de 5,50 dólares al día, hay el doble de personas negras que blancas.

Sin embargo, gracias a las tecnologías digitales, los jóvenes de clase trabajadora de las favelas y las periferias (barrios de bajos ingresos alejados del centro de la ciudad) están rompiendo las barreras socioeconómicas y creando una marca personal que les hace muy populares. Están logrando multitud de seguidores y, gracias a ello, fama y éxito económico.

Activismo social y político

A los jóvenes les basta con un teléfono móvil o un ordenador –y una gran dosis de creatividad– para, de manera individual o con el apoyo de organizaciones nacionales, como el Centro Unificado de Favelas (CUFA), o de organizaciones locales, como el periódico digital de Río de Janeiro Voz das Comunidades, utilizar Internet como plataforma para llegar a audiencias dentro y fuera de sus localidades.

Algunos hablan de temas ligeros, como belleza, moda, comida o entretenimiento, pero otros utilizan su canal como espacio para el activismo político y social. Hablan de cómo luchar contra el racismo en la sociedad y denuncian la violencia estatal, que afecta desproporcionadamente a los brasileños negros. Más del 75% de las víctimas mortales de la violencia policial son negras. Ejemplo de ello fue la masacre de Jacarezinho, ocurrida en mayo: la policía invadió la favela de Jacarezinho, en Río de Janeiro, y mató a 28 personas. Las imágenes de violencia inundaron las redes sociales.

“Mientras luchamos por nuestros derechos, hay jóvenes negros que mueren por el simple hecho de ser negros. Necesitamos un Estado que no nos vea como un objetivo a batir”, dice Carla Candace, una instagramer del estado nororiental de Bahía que desde su canal enseña a sus más de 85.000 seguidores a llevar una dieta vegana saludable con pocos ingresos.

Según David Nemer, profesor adjunto de Comunicación en la Universidad de Virginia y autor del libro Technology of the Oppressed: Inequity and the Digital Mundane in Favelas of Brazil, que MIT Press publicará el año que viene, no estamos ante un fenómeno nuevo: “La gente de las favelas siempre se ha expresado culturalmente y creado contenidos digitales para promocionarse de forma individual y comunitaria”. La diferencia es que ahora los medios de comunicación y el público en general les están prestando atención.

Antes, explica Nemer, “se accedía a estos contenidos mediante la apropiación: quienes no vivían en la periferia se apropiaban de sus formas y contenidos culturales y se los llevaban al otro lado. Como hoy resulta más fácil llegar a este tipo de contenidos y hay más gente produciéndolos, el acceso acaba siendo más directo”.

Además, el alcance de estos influentes va mucho más allá de sus barrios e incluso de su país: llegan a audiencias mundiales y, con ello, captan la atención de marcas comerciales, de legisladores y de políticos de todo el mundo.

Larisse Pontes, estudiante de doctorado en Antropología Social en la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), coincide en que “en los Estados Unidos, por ejemplo, el movimiento activista Black Lives Matter estalló en 2013 a través de un hashtag [etiqueta], y tuvo resonancia aquí, en Brasil. Pero las comunidades y los medios de comunicación independientes de Río de Janeiro llevaban años utilizando sus plataformas para denunciar las atrocidades y los abusos policiales”.

Explica, además, que “los propios residentes, de Río o de otros lugares, utilizan los teléfonos móviles para grabar y narrar situaciones de su vida cotidiana que los medios de comunicación tradicionales y las cadenas de televisión suelen utilizar y reproducir, ya que a menudo esta es la única forma que tienen estos profesionales de la comunicación de acceder a estas comunidades”, añade Pontes.

Utilizar las redes sociales impulsar una revolución

Rennan Leta, un periodista e influente de la favela Alto da Boa Vista, en el norte de Río de Janeiro, lleva muchos años utilizando las redes sociales, sobre todo Twitter, como herramienta de apoyo a su comunidad. Es el creador del proyecto Favela em Desenvolvimento, que utiliza las redes sociales para mejorar la vida de los habitantes de la favela en la que nació, ofreciendo talleres, apoyo profesional y distribuyendo alimentos y ropa.

“Siempre he trabajado en las redes sociales porque soy un comunicador. Pero en 2020, con la pandemia, me di cuenta de que también podían ser un medio de recaudación de fondos y de movilización ciudadana. Ya tenía esa experiencia gracias a mi labor en la Voz das Comunidades, donde trabajo desde 2017. Pero el año pasado empecé a ayudar a la gente de mi comunidad que tan mal lo estaba pasando”, cuenta.

La organización de Leta, como muchas otras, utiliza las redes sociales para revolucionar la manera de informar sobre su comunidad que tienen los medios de comunicación, que suelen mostrar las comunidades marginadas como lugares violentos y empobrecidos en los que nunca ocurre nada positivo. De ahí la importancia de los medios de comunicación producidos por y para los habitantes de las favelas, para contrarrestar las ideas erróneas y los peligrosos estereotipos.

Ana Paula Camelo, investigadora del campus de São Paulo de la Fundación Getúlio Vargas, un instituto de enseñanza superior y laboratorio de ideas, afirma que el papel de las redes sociales “trasciende el mero entretenimiento y representa una oportunidad de aumentar el alcance y la visibilidad de los temas y proyectos dirigidos a estos grupos”. Esto, dice, puede tener un “impacto significativo en la difusión de la información y los debates sobre temas y problemas basados en la realidad de estos grupos, en sus propias voces, narrativas y realidades. Podría fortalecer las identidades, las nociones de representatividad y empoderamiento en los espacios sociales y políticos más diversos”.

Ejemplo de ello es Thayná Freire. En 2013, esta joven inició con 15 años un blog sobre su transição capital [su transición desde que decidió dejar de alisarse el pelo hasta dejarlo crecer en su estado natural, rizado]. Hoy tiene más de 57.000 seguidores en Instagram y trabaja a tiempo completo como influente de moda, estilo de vida y belleza. Produce contenidos para marcas como Spotify, que llegan a audiencias históricamente ignoradas por la publicidad de las grandes marcas.

“Creé una cuenta nada más aparecer Instagram con el teléfono de un amigo del colegio, porque yo no tenía uno. Cuando conseguí mi propio teléfono móvil empecé a publicar las mismas cosas de las que hablaba en mi blog, como mi proceso de aceptación de mi pelo rizado”, explica.

Aunque hoy las personas negras ocupan un espacio cada vez mayor en el ecosistema mediático de Brasil, las desigualdades existentes en la sociedad también aparecen en estos espacios. De hecho, los influentes negros suelen tener menos audiencia que sus homólogos blancos y se les paga menos.

A muchos se les etiqueta como “influentes negros”, en lugar de simplemente como influentes que coincidentemente son negros. Es una forma de marcar límites y tratarlos como una excepción exótica, a pesar de que son los blancos la población minoritaria en Brasil.

“En muchas situaciones, estos creadores de contenidos son menos influyentes, reciben menos publicidad y sufren una especie de silenciamiento”, dice Camelo.
Pero eso no impide que los influentes negros hagan su trabajo. La gente “se identifica mucho conmigo, sigue mi evolución, valora el esfuerzo que supone levantarse de madrugada o conseguir una beca para ir a la universidad... Siempre muestro mi realidad, mis dificultades y todos los logros que me ayudaron a llegar donde estoy”, asegura Freire.

Lo mismo le ocurre a Leta. Cree que ha conseguido “mostrar a los de fuera que la favela tiene muchas cosas positivas”. “Podemos llegar a lugares jamás imaginados. Veo a mucha gente donde vivo intentando seguir el mismo camino profesional que yo, y eso es genial. Servir de inspiración siempre es positivo”, concluye.