Praga.- Un supuesto caso de soborno en uno de los cinco partidos de la coalición de Gobierno checo amenaza con enturbiar el arranque, este 1 de julio, de su semestre al frente de la UE, apenas seis meses después de asumir el poder justo con una agenda de renovación y lucha contra la corrupción.

El primer ministro, el conservador Petr Fiala, ofrecerá esta noche un mensaje televisado al país para hablar de la situación económica, marcada por la elevada inflación, y de la crisis política.

La crisis estalló hace una semana con la imputación a once personas en relación con presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos en la empresa pública de transportes de Praga (DPP).

En la operación se registró la oficina del vicealcalde de Praga, Petr Hlubucek, del movimiento de los Alcaldes (STAN), uno de los socios de la coalición, al que se acusa de recibir comisiones de empresas a cambio de adjudicar contratos.

El ministro de Educación y líder de esa formación hasta 2019, Petr Gazdík, dimitió debido a sus estrechos vínculos con uno de los imputados, un empresario al que se relaciona con la mafia local.

«NO HARÁ CAER AL GOBIERNO»

Esta crisis «va a dañar a STAN, pero se trata de un asunto de corrupción municipal y no hará caer al Gobierno», afirma a Efe Jiri Pehe, director de la New York University Prague.

Según este analista no es el lugar ni el momento para gestos políticos, «especialmente en un momento cuando el país se prepara para asumir las riendas de la UE».

Fiala no ha visto de momento motivos para destituir a su ministro de Interior y líder de STAN, Vit Rakusan.

STAN, con 33 diputados, es un socio clave del Gobierno nacional que forman partidos conservadores, liberales y el progresista Partido Pirata, conformado tras las elecciones de octubre de 2021.

Un Ejecutivo con medio año de vida y que, desde su nacimiento, ha tenido que enfrentar la creciente inflación, la crisis energética y los efectos de la guerra en Ucrania, que ha generado una ola de refugiados inédita.

FALTA DE CREDIBILIDAD

Rakusan anunció esta semana que devolverá las comisiones ilegales recibidas por su partido. El ministro cuantificó que, entre esa supuesta financiación fraudulenta del caso DPP y otra de empresas domiciliadas en Chipre, se devolverán unos 138.000 euros.

Pero Rakusan afronta una falta de credibilidad por no haber actuado contra su correligionario Hlubucek, y se encuentra aislado en su partido, después de que presentaran la dimisión todos los vicepresidentes.

«En el caso de que la opinión pública derive consecuencias de esta causa, puede significar una gran debilitamiento y una gran destrucción de STAN. Esta causa es tan fuerte que puede, en realidad, enterrar políticamente al movimiento», ha advertido Premysl Cech, analista de la agencia de demoscopia Median, al diario digital de investigación «Seznam Zpravy».

Fiala llegó al cargo después de que «Juntos», la coalición de centro derecha que dirige, quedara primera en las elecciones, con apenas unos miles de votos más que el partido ANO, del millonario populista Andrej Babis.

Babis, primer ministro hasta entonces, será juzgado por fraude el próximo septiembre, en un caso de uso indebido de fondos que se remonta a 2007, pero del que no ha tenido que responder hasta ahora debido a la inmunidad parlamentaria que tuvo las tres legislaturas anteriores.

Babis, que partía como favorito, fue señalado poco antes de los comicios en un informe que reveló operaciones con sociedades de paraísos fiscales de numerosos líderes y ex políticos.

En esas elecciones, Fiala se presentó como ejemplo de un nuevo estilo de hacer política, más europeísta y limpio, ante la corrupción de la que acusaba a Babis.

De hecho, ante el escándalo que salpica ahora a su Gobierno, ha dicho que la dimisión de Gazdík es una «solución honesta» que demuestra la integridad de su proyecto político.

No es la primera vez que la República Checa afronta una crisis de Gobierno durante su Presidencia de turno de la Unión Europea.

En marzo de 2009, una moción de censura hizo caer al Ejecutivo del entonces primer ministro, el conservador Mirek Topolanek.

 

Gustavo Monge EFE

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