Vincent Van Gogh, un famoso artista de un pequeño pueblo en Bélgica, creó sus obras maestras en las áreas del postimpresionismo. El deseo de pintar con pinturas no es la carcasa exterior, sino el mundo interior con el orden de la estilización decorativa. Podemos decir que Van Gogh no se convirtió inmediatamente en el creador de las pinturas, ya que consideraba que la teoría estaba demasiado lejos de ser ideal.

El gran artista renacentista italiano, Sandro Botticelli, es autor de muchas de las mejores obras que se han convertido en propiedad de la cultura mundial, entre las cuales se encuentra el lienzo titulado "El retorno de Judith" escrito entre 1472 y 1473. Judith es un personaje bíblico, una viuda que, según la leyenda, salvó Los habitantes de la ciudad de Vetulia de la esclavitud de las tropas del rey asirio Holofernes.

Este es uno de los muchos retratos del rey Felipe IV pintado por Diego Velázquez. Esta pintura fue creada por el artista después de regresar de Italia, donde estudió los lienzos de pintores famosos.En el momento de la pintura, Velázquez había trabajado como artista de la corte durante varios años. Felipe IV era un admirador de su talento.

En 1886, Levitan I.I. El lienzo atrae la atención con su tranquilidad y los agradables colores del Mar Negro. La costa rocosa, las aguas azules, se convierten suavemente en el horizonte. La superficie del agua muestra que el día resultó ser soleado y tranquilo. En el centro de la imagen hay una gran roca, que sirve como refugio temporal para las aves marinas.

Probablemente no todos sepan que esta imagen tiene un antónimo peculiar: "Mañana brumosa en Italia", escrita en 1864. Al artista le encantaba en la conversación comparar estos lienzos, contrastando dos puntos cardinales, dos estados de ánimo radicalmente diferentes del paisaje: pacífico, idílico, por un lado, y terrible, furioso, por el otro.

Fuma una vela Recientemente vencieron: cuatro horas, pronto amanecerá. Pero en San Petersburgo no se acostumbra acostarse temprano. Toda la noche en la sala hay un juego, medido, como el tictac de un reloj. Alguien pasó. Alguien hizo la oferta. Alguien se esconde detrás del descontento bravucón y el asco por las cartas que cayeron en la mano. La chica del retrato mira por encima de su cabeza con una expresión de desprecio limitado en su hermoso rostro.