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title: "Identidad pirata y democracia directa en el ciberespacio" author:

Sinopsis

En este trabajo haremos un análisis de las nuevas prácticas de democracia directa que fueron adoptadas por un sector de la comunidad del ciberespacio como base de cambio social y acción política. Primero abordaremos algunos problemas estructurales que giran en torno a la democracia representativa circunscripta dentro de los Estados nacionales, y presentaremos la democracia directa como una praxis social que comienza a ocupar un importante espacio político descuidado por la estructura partidaria clásica. Luego, a través de un acercamiento histórico, introduciremos la cuestión de la tecnología como factor de cambio social y los diferentes enfoques que existen sobre el desarrollo tecnológico. Finalmente perfilaremos la identidad pirata y a través de ella introduciremos una serie de mecanismos de democracia directa utilizados como orientadores de la acción colectiva, para cerrar con la implementación de estos mecanismos a través de herramientas informáticas y la experiencia directa del Partido Pirata Argentino en este modelo de organización.

Los límites de la Democracia Representativa

La democracia representativa o liberal es una variante del Estado-Nación moderno cuyo rasgo distintivo es que las decisiones que afectan a la comunidad no las toman sus miembros como un todo, sino un subgrupo de representantes elegidos por el pueblo para que gobiernen dentro del marco del imperio de la ley [@held]. Sus orígenes ideológicos se remontan a la ilustración del siglo XVIII, época en la que la ciencia se escindió de la religión para ocuparse del estudio de lo verdadero, dejándole a esta última el ámbito de lo bueno y lo bello [@wallerstein]. La idea de liberación del ser humano del yugo de la religión y el avance de la razón sobre la verdad configuraron en la sociedad de la luces los nuevos valores liberales que, hacia el final de siglo, dieron lugar a una serie de revoluciones que se extenderían hasta muy entrado el siglo XIX.

El proceso de la Revolución Francesa que abarca convencionalmente desde 1788 -con la convocatoria a Estados Generales- hasta 1948 -el ascenso del Segundo Imperio napoleónico- marcarían el ritmo de la ideas liberales en Europa y sus colonias [@briggsclavin]. Esta liberalización que como clima de época en principio se ceñía sobre el mercado y la economía -cuyo resultado fueron las Revoluciones Industriales- rápidamente se introdujo en la vida política [@hobsbawmIndustriaImperio]. De esta manera, el proceso de transformación del Estado monárquico al Estado liberal trajo consigo la noción de legitimidad fundada en el pueblo como rasgo emblemático de la democracia representativa.

Las ideas liberales, sin embargo, no pueden explicar por sí mismas la apertura de la política hacia sectores cada vez más amplios de la comunidad. En buena medida, la legitimidad basada en el pueblo estuvo relacionada con el temor a las insurrecciones populares, sobre todo luego de la experiencia de la Revolución Francesa de 1789 [@lefebvre] y las revoluciones latinoamericanas comprendidas entre 1810 y 1825 [@halperin; @breña]. Entre 1829 y 1842 el ludismo y sobre todo el movimiento cartista británico -con sus reclamos de sufragio universal masculino y la participación obrera en el parlamento- fueron uno de los bastiones de la rebelión popular que mantuvieron en vilo a la política europea de la época. Así, las tensiones del período comprendido entre 1829 y 1846 se debieron en gran parte a la combinación de las clases obreras desesperadas porque no tenían lo suficiente para comer y los fabricantes desesperados porque creían que las medidas políticas y fiscales del país estaban asfixiando la economía. Para 1840 el espectro comunista se cernía sobre Europa [@hobsbawmIndustriaImperio], y los Estados en pleno proceso de liberalización debieron reformular la idea de pueblo para ceder terreno a los sectores de la comunidad que reclamaban derechos políticos.

En el último cuarto del siglo XIX, luego de dos grandes crisis deflacionarias que azotaron al capitalismo entre 1842 y 1890 y en la víspera de una guerra mundial, los Estados comprendieron que para controlar la economía sería necesario controlar la sociedad. El Estado moderno que se constituyó en esta etapa trajo consigo la novedad de la nacionalidad como cemento de la sociedad y terminó de configurar un largo proceso que concluiría con la Primera Guerra Mundial [@hobsbawmPolDem. @hobsbawmBanderas]. Como resultado de la guerra, el avance inminente de las luchas sociales que se presentaban cada vez más duras y organizadas propició la apertura de nuevas vias institucionales y, en consecuencia, la expansión de los derechos sociales [@bendix]. Si el siglo XIX fue el período de consolidación de los derechos políticos, el XX lo sería para la extensión de los derechos sociales [@marshall]. El resultado de esta gran escena dantesca de la historia social y económica del capitalismo fue una fuerte institucionalización de la política y de la lucha social en forma de partido de masas [@panebianco], cuyos imperativos fueron encabezados por un profundo espíritu liberal. La expansión de los Estados en conjunción con la carrera abierta al talento que pregonaba el liberalismo [@hobsbawmCarreraAbierta] y que atizaba el fuego de los corazones más escépticos, finalmente institucionalizó la desigualdad estructural y le puso un nombre: desde entonces ya no existirían estamentos, sino clases en pugna [@bendix].

La segunda mitad del siglo XX finalmente pasó revista a las falencias estructurales de los Estados-Nación modernos; las luchas sociales rompieron el núcleo institucional para abrir nuevos frentes de batalla en búsqueda de una soberanía fundada en la sociedad. Las cuentas pendientes del Estado con la comunidad generaron grandes movimientos sociales en los sesentas y setentas que fueron aplastados por el neoliberalismo de la posguerra, y revividos nuevamente a principios del siglo XXI en el ámbito de una nueva crisis capitalista. La búsqueda de una mejor democracia se constituyó como la ideología de la protesta social, y los elementos que se persiguen en la exploración de este nuevo régimen son su bandera distintiva: una democracia donde impera la soberanía popular, la universalidad de los derechos civiles y políticos, la domesticación del poder coercitivo del Estado, la transparencia y los mecanismos de participación directa de los ciudadanos [@iazzetta].

La continuidad y transformación de los movimientos sociales en la esfera política coincidieron con una transformación de la estructura partidaria en la segunda mitad del siglo XX. Los partidos políticos nacieron como representantes de sectores sociales predefinidos, con identidades colectivas claramente distinguibles y programas políticos unificados. El desdibujamiento paulatino de las líneas de división sociales a finales de los años cincuenta y durante la década de los sesenta trajo consigo el debilitamiento de estas identidades colectivas e hizo más difícil la identificación de grupos diferenciados dentro del electorado a los que atribuir intereses comunes a largo plazo [@katz]. Todo esto sumado a nuevas técnicas de propaganda basadas en la psicología resultó en la formulación de un nuevo modelo de partido, el partido cartel, que pasó a considerar que las elecciones se reducían fundamentalmente a optar entre líderes y no entre políticas o programas, mientras que la formulación de esas mismas políticas o programas se transformó en la prerrogativa de las elites de los partidos más que de los militantes. Dejaron también de enfatizarse tanto la movilización de los votantes como su conversión, ya que ambos procesos presuponían la capacidad de formar lealtades afectivas [@katz]. Estas reformas lentamente desplazaron los programas políticos a grupos de interés con base en la ciudadanía y, debido a las nuevas necesidades de financiamiento de los partidos políticos, estos trasladaron su ámbito de acción a la esfera económica dejando una sociedad huérfana de democracia.

Las prerrogativas de la configuración partidaria del siglo XX y su herencia liberal perfilaron instituciones esencialmente elitistas, de rígidas estructuras verticales que ratifican la desigualdad estructural presente en las bases de los Estados nacionales, alejadas de la ciudadanía y las luchas que emergieron del seno de la sociedad, completamente sordas a las advertencias que germinaron durante el último cuarto de siglo y que comenzaron a ocupar los espacios vacíos dejados por los partidos. Como la crónica de una muerte anunciada, los acontecimientos que se avecinaban en la primera década del siglo XXI estuvieron expuestos, pero nadie bajó a observarlos.

Los límites de la Democracia Directa

¿Pero qué se entiende por una mejor democracia? Hemos mencionado que a partir de los movimientos sociales de los sesentas hubo un desplazamiento de los programas políticos y en consecuencia un quiebre en la legitimidad de los Estados nacionales. En ese contexto, las vías institucionales -desbordadas por reclamos que no podían absorber- comenzaron a mostrar signos de debilitamiento a causa de las luchas sociales que fueron excluídas de la estructura partidaria y que, poco a poco, ganaron terreno en el escenario político. Sin embargo, si bien estos incipientes grupos de interés constituyeron una condición necesaria para generar un nuevo régimen de organización democrática, no fueron condición suficiente para construir la identidad colectiva del nuevo orden. Las características distintivas que los identificaban como movimientos sociales -el desafío colectivo, la participación directa, el objetivo común, la solidaridad y la interacción mantenida- [@tarrow] adolescían de una estrategia común y una estructura cultural consistente que les permitiera articularse en la política partidaria.

La importancia de la estructura cultural -es decir, un sistema organizado de símbolos que ayuda a disponer significativamente los sucesos de la vida cotidiana- [@geertz] es que brinda una identidad colectiva con la cual es posible consolidar la ideología. Pero en los sesentas era imposible pensar en una red de grupos de interés que desarrollara esta nueva estructura de poder: con la falta de acceso a los medios de comunicación y una coyuntura tecnológica que aún no permitía la interacción entre pares en tiempo real, la fragmentación era inevitable. No obstante, las formas de organización que se desarrollaron durante este período tienen un alcance más extenso a la luz del siglo XXI [@polletta].

La Democracia Directa del siglo XXI retoma, evalúa, critica y transforma las formas de organización de los sesentas y trata de crear nuevas formas de organización. Ya no carece de ideología: esas nuevas formas de organización son su ideología. Trata de crear e instaurar redes horizontales en lugar de estructuras verticales como las de los Estados, los partidos o las corporaciones, redes basadas en principios de democracia no jerárquica y consensual. En última instancia, aspira a reinventar la vida cotidiana en su totalidad, a conformar una estructura cultural alternativa. Sin embargo, a diferencia de algunas formas de radicalismo, se ha organizado en primer lugar en la esfera política, sobretodo porque éste es uno de los territorios que los que detentan el poder (que han trasladado toda su artillería pesada al ámbito económico) en buena medida han abandonado [@graeber].

Tal vez la mejor forma de comenzar a pensar sobre estos nuevos tipos de organizaciones consista en verlas como el extremo opuesto de los grupos marxistas dogmáticos; o también, por cierto, de los grupos anarquistas dogmáticos. Mientras que el partido centralista democrático hace hincapié en la consecución de un análisis teórico completo y correcto, exige uniformidad ideológica y tiende a yuxtaponer la visión de un futuro igualitario con formas de organización extremadamente autoritarias en el presente, estas organizaciones que apuestan a la praxis de la democracia directa buscan la diversidad. La discusión siempre se centra en direcciones de acción determinadas; se da por supuesto que nadie convencerá por completo a nadie de su punto de vista [@graeber]. La construcción de consenso colectivo permite consolidar una estructura de poder distribuído, y la convergencia de todos estos fragmentos de poder es lo que legitima las decisiones; ya no existe un pueblo que implica la escisión entre la élite y la masa [@bachrach], existe un poder delegado en toda la comunidad interesada sobre decisiones específicas.

Aún así el desarrollo de la democracia directa es un trabajo en curso y está lleno de obstáculos, sobre todo teniendo en cuenta que doscientos años de capitalismo lograron que la mayoría de las personas posean escasa o nula experiencia en la práctica democrática. Además de los problemas inherentes a la práctica en sí -las dificultades de la autoorganización, el esfuerzo que implica alcanzar el consenso, el financiamiento de las actividades- se suman las embestidas de instituciones, corporaciones y otras agrupaciones políticas que encarnan o dependen del orden representativo vigente. Estos ataques -generalmente dirigidos a acciones particulares- pueden adoptar formas distintas, desde infiltraciones a Asambleas para provocar disturbios y un clima tenso, hasta difamaciones o sustitución de identidad en los medios de comunicación.

Las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (NTIC)

Los medios masivos de comunicación nacieron como un bien de consumo. Desde la introducción de los receptores de radio -en la primera mitad del siglo XX- y la televisión -mediando el siglo- las fronteras de la información comenzaron a menguar. Sin embargo, el costo de producción y transmisión de información limitó a los oyentes y espectadores a ser meros consumidores pasivos de información. Estos avances tecnológicos -presentados como símbolos unívocos del progreso- fueron el génesis de una lucha descarnada en las esferas de poder por instituir nuevos sistemas de símbolos que modificaran las estructuras culturales a favor de intereses políticos y económicos. Desde entonces, el poder no solamente lo constituirían aquellos que ostentaran los medios de producción, sino también quienes poseyeran los medios masivos de comunicación. A modo de ejemplo se puede mencionar la importancia sustantiva que tuvieron los medios masivos de comunicación durante la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que en 1926 los oyentes de radio llegaban al millón; para 1932 alcanzaban los tres millones [@evans. pp.141]. Goebbels -ministro de propaganda nazi- en 1933 estableció departamentos separados para propaganda, radio, prensa, cine, teatro, e "ilustración pública" [@evans. pp.411], estrategia fundamental que le permitiría generar símbolos más eficaces para cada tipo de público.

La creación del ciberespacio [@strate] entre las décadas de 1960 y 1970 abrió una nueva dimensión de construcción colectiva, un espacio que para fines del siglo XX se consolidó como una gran comunidad digital con su propia identidad, integrada por cientos de grupos de interés que la adoptaron como medio de intercambio y difusión de ideas y contenidos. Si bien en los inicios algunos grupos de interés nacieron con principios bien definidos -podemos mencionar la Fundación de Software Libre como caso ejemplar-, la mayoría de estos grupos de interés -y la gran comunidad del ciberespacio como conjunto- compartían actividades y proyectos carentes de una identidad colectiva. Con el avance de los Estados en el intento de controlar el ciberespacio surgieron los conflictos con la comunidad digital. En 1996, como respuesta a la reforma de la Ley de Telecomunicaciones de los Estados Unidos, John Perry Barlow -fundador de la Electronic Frontier Foundation (EFF)- emitió una proclama que ratificó la ruptura entre el ciberespacio y los Estados: la Declaración de Independencia del Ciberespacio [@barlow]. Este documento fue concluyente al declarar la autodeterminación del ciberespacio: declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente [...] estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento. Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o al conformismo. Este manifiesto se convirtió en una suerte de declaración de guerra entre la comunidad digital -el ciberespacio- y los Estados nacionales; mientras la repercusión en el ciberespacio fue positiva -en tres meses, un estimado de 5.000 sitios tenían copia de la Declaración [@yang]; en nueve meses casi 40.000 [@frezza]-, fuera del ciberespacio el manifiesto fue lapidado por la opinión pública [@yang]. Pero esta escisión también le proporcionó al ciberspacio la autonomía suficiente para crear sus propios símbolos y conformar una estructura cultural independiente. Podemos considerar este hito la consolidación de la identidad colectiva del ciberespacio y unas de las primeras manifestaciones del fenómeno de la viralización -la transmisión masiva y directa de contenido simbólico a través del ciberespacio llevado a cabo por la misma comunidad-, fenómeno exlusivo del ciberespacio que tendría un rol protagonista en los movimientos de la primera década del nuevo siglo.

Promediando el cambio de siglo un nuevo fenómeno sometió a la comunidad digital a las tensiones del sistema capitalista: los así llamados gigantes de internet -grandes corporaciones cuya actividad principal es la recolección compulsiva de datos con el fin de generar publicidad dirigida- introdujeron un modelo de negocio en el cual la autonomía del ciberespacio era una condición sin la cual no podrían expandir sus mercados. La falta de control de los Estados sobre la red y la dificultad para generar herramientas normativas desde el marco legal propiciaron el desarrollo de estos gigantes y del modelo de negocio al que denominaron software como servicio (SaaS por sus siglas en inglés). A través de servicios gratuitos como correo electrónico, almacenamiento de contenido y redes sociales, capturaron a la comunidad digital y tácitamente subscribieron a los principios de la Declaración de Independencia del Ciberespacio para proteger su mercado de la intervención del Estado. Un ejemplo de esta estrategia de mercado que replicaron el resto de los gigantes de internet es la que aún sostiene Google al blandir informalmente como leit motiv corporativo No seas malvado (Don't be evil, en inglés) [@google]. Así, dos poderes que durante mucho tiempo articularon sus intereses y encontraron el sustento mutuamente, de pronto se encontraron en pugna por una frontera poco delimitada pero de enorme importancia política como es el ciberespacio.

Debido a la dificultad de construir un marco normativo para el ciberespacio, muchos Estados apostaron a las herramientas de vigilancia [@washington1]. En esta compleja red de política y tecnología es donde los gigantes de internet volvieron a encontrar un equilibrio político con los Estados, pero esta vez basado en un pacto secreto de mutua colaboración: el Estado no perseguiría a los gigantes siempre y cuando ellos le proporcionaran la base de datos de sus miles de millones de usuarios, rompiendo todo tipo de contratos de privacidad que sostienen con la comunidad digital [@theguardian1 y @theguardian2]. Sin embargo, como la vigilancia del ciberespacio es una empresa costosa y de gran complejidad tecnológica, ocultar esta práctica de una comunidad que nació, creció y se consolidó alrededor de la tecnología es una tarea que está fuera del alcance de los Estados. Con el refuerzo de las políticas de vigilancia, se reforzaron también las embestidas de la comunidad digital hacia el establishment. Los casos de Wikileaks [@wikileaks], HBGary Federal [@salon] y más tarde Edward Snowden tuvieron repercusiones políticas internacionales y capturaron la atención de los medios masivos, una señal clara de la importancia y el matiz que comenzaron a tomar las luchas desde el ciberespacio. El ciberespacio encontró en estas luchas su propio método de activismo político: el hacktivismo [@krapp].

Esta presentación esquemática de las relaciones entre los actores de la comunidad digital no debe entenderse como procesos separados, al contrario, hay una continuidad amarga que se puede desentrañar leyendo cuidadosamente el gran archivo del ciberespacio. Desde sus comienzos en 1971, el ciberespacio y la construcción de la infraestructura física fue un proyecto en el que participaron simultáneamente distintos sectores vinculados a la creación de conocimiento en distintas partes del mundo. En Estados Unidos, el Stanford Research Institute, la Escuela de Ingeniería y Ciencia Aplicada de la Universidad de California y el Culler-Fried Interactive Mathematics Center desarrollaron ARPANET; equipos de desarrollo del antiguo CCITT (Comité Consultatif International Téléphonique et Télégraphique) crearon las redes X.25 en Europa [@gromov]. A pesar de las diferencias políticas que llevaron a un desarrollo simultáneo de redes físicas en diferentes partes del mundo, el ciberespacio avanzó decididamente hacia la estandarización de las comunicaciones. Las prerrogativas de este progreso también fomentaron el espíritu colaborativo de la comunidad digital y en parte configuraron la dinámica propia del desarrollo de conocimiento colectivo. Es importante destacar la paradoja que significa el hecho que los gigantes de internet fueron fundados por personas que salieron de los entornos relacionados a este desarrollo -universidades, centros de investigación tecnológica, grupos de interés independientes-. Tal vez esto también explica en cierta medida por qué como hecho fundante estas compañías adoptaron como leit motiv corporativo valores que se pueden ver reflejados en algunos sectores de la comunidad digital, algunos de ellos valores que podrían encontrarse en el espíritu liberal más puro del siglo XIX. Esta relación entre los gigantes de internet y la comunidad digital -si bien desde el comienzo ha sido de una gran reserva, sobre todo por parte de algunos sectores más radicales- lentamente se ha ido erosionando, al punto que la imagen pública de estas compañías sufrieron un importante desmoronamiento a la luz de las pruebas que las vinculan con el espionaje estatal.

A partir del 2008 una nueva crisis capitalista hizo temblar las estructuras institucionales de los Estados nacionales. La bancarrota de Lehman Brothers casi derrumbó el sistema financiero global y provocó lo que fue la peor recesión en ochenta años [@gore]. El miedo por una eventual explosión social forzó a los Estados a fortalecer su aparato represivo y de vigilancia masiva [@thetelegraph]. Efectivamente, una serie de movimientos sociales -los Indignados en España, Occupy Wall Street en Estados Unidos y los Partidos Piratas europeos, entre otros- surgieron como resultado de esta crisis y exigieron una salida definitiva a los problemas estructurales del capitalismo; los reclamos generalizados de estos movimientos y sus simpatizantes se centraron en más democracia. Estos movimientos adoptaron formas dinámicas de organización y utilizaron el ciberespacio como medio principal de coordinación de actividades y difusión de información. La confluencia de una sociedad abatida por la crisis, las luchas que se desenvuelven en el ciberespacio y las nuevas tecnologías perfilaron la identidad política -o identidad pirata, como algunos la llaman peyorativamente- de estos recientes colectivos.

La neutralidad de la red, la lucha contra la vigilancia del Estado, la primacía de la libertad de expresión sobre otros valores sociales, la constitución de redes locales, la cultura libre, la infraestructura autónoma y la soberanía digital son algunas banderas políticas que se desprenden de la identidad pirata, todas ellas bajo la órbita de las prácticas de democracia directa. La neutralidad de la red, para garantizar que los datos que circulan por internet no sean modificados ni interceptados y para asegurar la equidad en el acceso a los recursos de la red; la lucha contra la vigilancia del Estado para poder organizarse libremente y garantizar la libertad de expresión; la protección de la libertad de expresión sobre intereses particulares que buscan coartar las nuevas prácticas sociales y la construcción de estructuras de saber colectivos; el fomento de las redes locales para la integración de distintos grupos sociales que se encuentran excluídos del nuevo escenario político; la cultura libre como fundamento de un nuevo lazo social que configura las relaciones en favor de construir colectivamente, compartir y distribuir los elementos culturales; la infraestructura autónoma para satisfacer las necesidades de los nuevos tipos de organización.

La soberanía digital como bandera de lucha política de la comunidad digital merece un punto a parte, ya que es una cuestión poco abordada en la esfera del los Estados y de vital importancia en la coyuntura tecno-política contemporánea, tanto como la territorialidad lo fue para los primeros Estados nacionales [@held]. Las herramientas informáticas, el software, es un bien intangible que dibuja las fronteras virtuales de un Estado. Con una tendencia generalizada a la digitalización de los datos de Estado -ya que implica una reducción de costos administrativos que resulta ineludible y fundamental, sobre todo en un contexto de crisis-, el acceso a la información se ha transformado en un valor indiscutible. La protección de los datos que la sociedad le confía al Estado y las consecuencias políticas y militares que provocaría evadir este problema dependen de la transparencia que pueda garantizar el Estado. Esta transparencia comienza en el corazón mismo de los sistemas informáticos: el código fuente. Por esto, es fundamental garantizar que el código fuente y el desarrollo de los sistemas informáticos que gestionan los datos del Estado sean de dominio público, ya que el código fuente privativo potencialmente permite esconder código malicioso y herramientas de vigilancia no declaradas que atentan contra la libertad de información y contra la misma neutralidad de la red.

El problema de la soberanía digital -difícil de introducir en la agenda pública- fue la base de acción política del movimiento de Software Libre. Durante treinta años este movimiento desarrolló herramientas informáticas utilizando prácticas que hoy son compatibles con las necesidades de los Estados. A través de sus cuatro libertades -ejecutar, estudiar, copiar, y mejorar el software- lograron alcanzar los niveles de transparencia que un Estado necesita para garantizar la seguridad de sus datos. Asímismo, la adopción de software libre en las dependencias de los Estados fomenta esa mejor democracia que buscan obstinadamente los nuevos movimientos sociales y sus simpatizantes. Sin embargo, no es ingenuo que esta cuestión de tamaña importancia no se introduzca en la agenda política; la subyacente expansión de los elementos que persigue esta mejor democracia -la soberanía popular, la universalidad de los derechos civiles y políticos, la domesticación del poder coercitivo del Estado, la transparencia y los mecanismos de participación directa de los ciudadanos [@iazzetta]- representaría una amenaza a la estructura fundamental de los Estados republicanos y la democracia representativa.

El optimismo tecnológico: ¿subordinada o subordinados?

A pesar de que la identidad pirata está fuertemente relacionada con la tecnología -y tal vez a causa de esto-, es importante dibujar los límites que la separan de otra corriente global muy difundida, y que pueden fácilmente confundirse si se realiza una lectura superficial de ambos movimientos: el optimismo tecnológico y su ala más radical, el tecnocratismo.

El optimismo tecnológico es una corriente de pensamiento que se erige ante el desarrollo tecnológico y las implicaciones que este tiene sobre la sociedad. Aparece como respuesta al avance de la tecnología en la modernidad debido a que la evolución de la técnica se complementó con la ciencia para facilitar el desarrollo industrial, y con ello se profundizó la complejidad de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad [@divicenzo. p.130]. Algunos factores comunes que identifican a esta teoría social son herencia directa de la concepción estándar de la ciencia, y entre los elementos más destacados se pueden mencionar la idea de neutralidad de la tecnología y el determinismo tecnológico.

El problema de la neutralidad, largamente abordado en la epistemología de las ciencias, vuelve con otro matiz para definir a la tecnología en términos de neutralidad respecto de la sociedad que la desarrolla. Según esta concepción, la tecnología no se puede evaluar sino es por las consecuencias de su uso, y el valor de la misma (bueno o malo) dependerá no sólo de los resultados sino de la intención de las personas que la utilicen. Esta perspectiva elimina a priori cualquier juicio que se pueda hacer sobre la tecnología, por ejemplo, no sería posible pronunciarse a favor o en contra de la tecnología bélica o de vigilancia masiva ya que el uso de la misma pretende ser un valor social en sí mismo. A su vez, libra a los tecnólogos, científicos y público en general de la responsabilidad de mantener una permanente reflexión crítica sobre su propia praxis tecnológica [@divicenzo. p.150]. Este enfoque, al igual que la concepción estándar del conocimiento científico, escinde el factor social y humano del desarrollo tecnológico abriendo una brecha insalvable en la relación sociedad-tecnología. El resultado de esta división es una naturalización del desarrollo tecnológico como un aspecto externo y a la vez determinante de la sociedad, imposible de controlar o direccionar hacia un fin específico: el desarrollo tecnológico no tiene fines, es un fin en sí mismo. El determinismo tecnológico, a su vez, no permite que se aborde la tecnología como parte de un proyecto de progreso o intervención social, además que a la hora de analizar el progreso tecnológico imposibilita tener en cuenta el análisis de las contingencias y de la praxis como factor de cambio social.

El optimismo tecnológico propone a la tecnología como la solución a todos los problemas humanos y sociales en general. El ala más radical de esta corriente se denomina tecnocratismo, y propone no sólo que todos los problemas de la sociedad pueden abordarse a partir de ĺa tecnología, sino que va un paso más allá y postula que la tecnología debe ser el centro de prioridades a la hora de tomar cualquier decisión sobre la sociedad, reduciendo los conflictos humanos a cuestiones tecnológicas. El tecnocratismo es una de las formas más duras que adoptará el determinismo tecnológico [@divicenzo. p. 133]. Asímismo, la idea de neutralidad vuelve a la influencia tecnológica unidireccional respecto del contexto sociohistórico, ya que la misma es autónoma de los procesos sociales.

En cualquiera de los casos tratados, la reflexión sobre la tecnología presenta una cierta sistematización de las relaciones entre tecnología y sociedad, fundada en la razón instrumental. Horkheimer y Adorno entendieron que no se puede comenzar una crítica partiendo de un discurso científico-tecnológico, ya que es lo mismo que se pretende criticar, por eso estos teóricos tomaron elementos de la filosofía, la historia y los estudios culturales para emprender esta empresa (ver @divicenzo, p. 142). La historia y la cultura son elementos comunes a una sociedad y son fenómenos vivos que se desarrollan con la vida cotidiana de las personas. Un análisis que surja desde estos dos aspectos importantes garantizará un resultado más cercano a las prácticas cotidianas de las personas y así la sociedad se podrá beneficiar de la tecnología y no estar subordinada a esta.

Mecanismos de Democracia Directa

Hasta aquí hemos destacado que existe un nuevo tipo de ideología que se desprende de las prácticas de democracia directa; que surge una comunidad heterogénea con una identidad en formación -la identidad pirata- y cuyas luchas y prácticas estructurales refuerzan esta ideología; que la comunidad utiliza la tecnología para generar las herramientas que facilitan el desarrollo de modelos dinámicos de organización. ¿Pero cuáles son esas herramientas?

Para responder esta pregunta primero es necesario abordar otra aún más amplia: ¿cuál es el objetivo de las nuevas prácticas de democracia directa? A corto plazo, el objetivo es promover actividades que ayuden a difundir las prácticas y sumar personas que a la vez hagan lo mismo; autogestionar estas actividades a través del consenso; autofinanciar las actividades ya sea a través de las mismas o de otras actividades para generar una economía dinámica dentro de la organización; introducir en la agenda las luchas de la comunidad propuestas por sus integrantes; aprender y construir una base de conocimiento sobre las ventajas y desventajas de las prácticas. A mediano plazo, llevar a cabo acciones que influyan en las decisiones políticas; participar de la vida pública a través de distintos medios; fomentar la participación de la comunidad en las actividades públicas; identificar grupos de afinidad con los que se pueda colaborar para introducir nuevos elementos en la agenda política. A largo plazo, construir un poder distribuído duradero, basado en las prácticas de democracia directa, que a la vez se introduzca dentro del poder del Estado y haga temblar las estructuras que ya comenzaron a deteriorarse.

Para poder llevar a cabo cualquier programa es necesario tomar decisiones y pasar a la acción. El mecanismo fundamental para tomar decisiones en este modelo de democracia directa es el consenso. El consenso es un método democrático por el que un grupo completo de gente llega a un acuerdo. Las opiniones y las ideas de todos los participantes son relevadas y sintetizadas para lograr una decisión final que es aceptable por todas. A través del consenso, no solo estamos trabajando para obtener mejores soluciones, sino también para promover el crecimiento de la comunidad y la confianza.

El consenso se contrapone al voto. El voto es un medio por el que elegimos una alternativa entre varias. El consenso, por otro lado, es un proceso donde sintetizamos muchos elementos diversos juntos. El voto asume que la gente siempre compite entre sí y que un acuerdo sólo puede ser alcanzado a través del compromiso. El consenso asume que la gente es capaz de acordar con las demás y que en tal atmósfera los conflictos y las diferencias pueden resultar en decisiones creativas e inteligentes. Otro supuesto importante hecho por el consenso es que el proceso requiere la participación de todas las personas, tanto hablando como escuchando. Ninguna idea se pierde, la opinión de cada participante es valorada como parte de la solución y los sentimientos son tan importantes como los hechos al tomar una decisión. Es posible que el conocimiento de una persona o las creencias fuertemente arraigadas puedan influenciar al grupo entero, no obstante se debería seguir manteniendo la posibilidad de participación.

El derecho fundamental del consenso es que todas las personas sean capaces de expresarse en sus propias palabras y por su propia voluntad. La responsabilidad fundamental del consenso es asegurarle a otros su derecho a hablar y a ser escuchados. Dado que nuestra sociedad ofrece muy poca formación en estas áreas, tenemos que desaprender muchas pautas de conducta con el fin de practicar un buen proceso de consenso. Consenso no significa que todo el mundo piense que la decisión tomada es la forma más eficiente de lograr algo, o que están absolutamente seguros que funcionará. Lo que sí significa es que al arribar a esa decisión, nadie siente que ella o su posición sobre el tema no fue considerada cuidadosamente. Con suerte, todo el mundo pensará que es la mejor decisión; lo que a menudo sucede porque, cuando el consenso funciona correctamente, la inteligencia colectiva obtendrá mejores soluciones que las que se toman individualmente.

Por supuesto, como se trata de coordinar los pensamientos y las emociones de un grupo de personas, existen dificultades para alcanzar el consenso. Dependiendo de la importancia de la decisión, las condiciones externas, y cómo se haya desarrollado el proceso, el grupo podría estar a punto de llegar a una decisión que una persona no podría apoyar. Existen varias formas de expresar sus objeciones:

  • Falta de apoyo: "No veo la necesidad de esto, pero acompañaré al grupo."

  • Reserva: "Creo que es un error, pero puedo vivir con él."

  • Mantenerse al margen: "Personalmente, no puedo hacer esto, pero no voy a impedir que otras lo hagan."

  • Bloqueo: "No puedo apoyar esto o permitir que el grupo lo haga. Es inmoral." Si la decisión final viola los valores morales de alguien, ellas están obligadas a bloquear el consenso. La decisión de un grupo de portavoces afines sólo puede ser bloqueada por un grupo de afinidad entero, no por una persona. Los bloqueos raramente ocurren si el grupo ha discutido plenamente una propuesta.

  • Retirarse del grupo. Obviamente, si muchas personas expresan falta de apoyo o reservas, o dejan el grupo temporalmente dando un paso al costado, puede que no sea una decisión viable, incluso si nadie la bloquea directamente. Esto es lo que se conoce como un consenso “mediocre” y es tan deseable como un baño tibio o una cerveza tibia. Si el consenso se bloquea y no se alcanza un nuevo consenso, el grupo se queda con la decisión anterior sobre el tema, o no hace nada si esto es posible. Las cuestiones filosóficas o morales importantes que se presentan en cada grupo de afinidad se deben trabajar internamente tan pronto como sea posible durante su formación. Las discusiones sobre los valores y objetivos son tan importantes como las discusiones sobre las acciones a tomar y con demasiada frecuencia son dejadas de lado por los grupos que sienten las presiones de la falta de tiempo.

También existen algunas herramientas concretas para facilitar el proceso de consenso, entre las que podemos destacar los registros de entrada, las rondas de discusión, las lluvias de ideas, la votación de tanteo y las peceras o vidrieras.

En los registros de entrada -por lo general utilizados para introducciones-, además de los nombres, la gente puede decir al grupo cómo se sienten (ansiosa, jodona, cansada), o lo que esperan de la reunión (ciertas decisiones, cierta duración). Un grupo puede ajustar su agenda de acuerdo a las necesidades del estado o prácticas emocionales reveladas por el grupo durante el ingreso.

En las rondas de discusión a cada persona se le da una cierta cantidad de tiempo para hablar sobre un tema en particular, sin tener que comentar otras contribuciones, o defender la propia. Debe ser utilizado al comienzo del debate sobre un tema, si sólo unas pocas personas están charlando, o si el grupo parece perdido buscando buenas soluciones.

Cuando un debate está muy trabado, la lluvia de ideas constituye un breve período durante el cual las personas pueden arrojar sugerencias, inquietudes o ideas al azar, a veces sin que sea su turno. Ayuda a obtener un montón de ideas rápidas, estimulando el pensamiento creativo. No es un tiempo para la discusión o el diálogo. Alguien puede escribir una lluvia de ideas en una hoja grande de papel para que todos puedan verlas y recordarlas.

En un grupo grande, o un pequeño grupo que parece irremediablemente dividido, una pecera/vidriera ayuda a aclarar lo que está en juego en las posiciones particulares. Algunas personas, especialmente los que sienten más fuertemente un tema, se sientan juntos en el centro del grupo y charlan de cosas libremente durante un período de tiempo, mientras que el grupo las observa. Las personas en el medio no llegan a ninguna decisión, pero la pecera/vidriera les da a todas la oportunidad de observar el debate sin la necesidad de que el grupo entero se involucre. Así, las soluciones a menudo ocultas son reveladas.

Democracia directa digital

Las herramientas informáticas abren nuevas posibilidades para complementar los mecanismos de democracia directa. Algunos de los problemas comunes de grupos que crecen bajo estas prácticas están relacionados con el alcance de la organización. Cuanto más grande tiende a ser el grupo, más esfuerzo se requiere para la organización de actividades. Como generalmente estos movimientos se autoorganizan y autodeterminan como una adhocracia [@travica], hay una tendencia a la reducción de actividades en la medida que crece el grupo. Otro punto problemático es la documentación del consenso, de manera que las decisiones no se tomen más que una vez para así construir una base de conocimiento colectivo y promover una economía eficiente del esfuerzo conjunto. Finalmente, la confección colaborativa de contenido es otra de las dificultades y puntos de conflicto cuando se trata de alcanzar el consenso: el resultado debe ser documentado, y la forma en que se documenta debe satisfacer todas las posiciones.

La tarea principal de este modelo de organización es integrar al grupo: todas las personas deben tener acceso a los debates, discusiones y actividades que se realicen dentro de la organización; todas deben poder involucrarse y presentar su punto de vista independientemente de los horarios y lugares físicos donde se desarrollen las reuniones. Para esto es posible constituir una Asamblea Permanente que funcione de forma digital a través de listas de correo electrónico. Este mecanismo sólo presenta como prerrequisito tener acceso periódico a internet. Cualquier debate o propuesta puede ser enviada a la Asamblea Permanente, y el consenso se dará por hecho cuando luego de un tiempo razonable -generalmente algunos días- nadie se opone al asunto. La ventaja de las listas de correo electrónico es que los participantes tienen la posibilidad de organizar el contenido como consideren más apropiado, por ejemplo, en función de los tópicos de interés o del tipo de actividad. Además, este medio de difusión es completamente distribuído por lo que su estructura garantiza la transparencia al posibilitar la copia de toda la historia de la Asamblea Permanente en computadoras personales. Esta característica lo convierte en un medio ideal para la organización de actividades: cualquier persona podría adoptar el rol de liderazgo sobre una actividad concreta y el resto del grupo estará enterado de dicha propuesta. De esta manera, la organización puede expandirse sin el peligro de encontrar un punto muerto en la organización de actividades. Los nuevos integrantes podrán ponerse al tanto de los debates y actividades revisando el historial de la Asamblea Permanente, y darle una continuidad al trabajo que se ha hecho hasta el momento.

La Asamblea Permanente como lista de correo electrónico tiene la desventaja de generar un historial con mucho contenido, la mayoría de las veces organizado de forma caprichosa, y con pocas herramientas para filtrar el contenido. Por esta razón, para documentar el consenso puede utilizarse una herramienta tipo wiki: un software para edición de contenido por múltiples voluntarios, con la capacidad de guardar versiones luego de cada edición. Una wiki permite organizar el contenido por categorías y citar referencias a otros contenidos dentro del mismo sistema, de forma que una buena organización de esta herramienta ayuda a mostrar de forma transparente toda la historia de una organización.

Además de una Asamblea Permanente para garantizar la participación de todas las personas y de un sistema tipo wiki para organizar la historia de consensos de una organización, también se presenta la necesidad de confeccionar documentación colaborativamente de forma que esta responsabilidad se pueda distribuir entre todos los miembros. Para este fin existen editores de texto colaborativos en tiempo real que proporcionan una interfaz distribuída para edición de documentos entre varias personas en tiempo real. Además de los beneficios prácticos que son evidentes, esta herramienta refuerza los vínculos de confianza debido a que las personas deben relacionarse y hacer acuerdos simultáneamente para distribuirse los espacios de un documento, coordinar una estructura, definir el alcance, y todos los elementos implicados en la escritura de un documento. Cuando no hay acuerdo sobre algún aspecto de la escritura o del contenido las personas deben adoptar convenciones para disentir, sabiendo que la relación que se genera en este contexto podría poner en peligro el consenso si no se toma con seriedad y cuidado.

Quedarán pendientes en este trabajo la exploración de otras herramientas que faciliten la resolución de problemas al momento de ejecutar decisiones. Luego de que una decisión es aprobada por consenso hay que llevarla a cabo, y aquí se presentan otros inconvenientes de índole práctico como el seguimiento de actividades, el manejo de los fondos de la organización, la difusión, el resguardo de materiales comunes, la comunicación de resultados.

Relato de la experiencia del Partido Pirata Argentino

La desigualdad en la toma de decisiones generó el debate sobre cómo organizarse de manera horizontal, sin líderes y escuchándose entre todos. Dentro de esta forma de organización y como toda reunión de más de dos personas que implique tomar decisiones en común se necesita elegir qué sistema se aplicará para establecer si se sigue adelante o no con la decisión.

Dentro de estás posibilidades se encuadran la consulta popular, donde se toma un porcentaje de gente y si hay un porcentaje mayor a cierta cantidad de personas que votan positivamente se acepta esa decision; también está algo que se llama democracia líquida, donde toda la gente elige representantes que sepan del tema y que los representen con sus votos, para evitar estar todos presentes en la misma reunión. La democracia líquida tambien genera elitismo ya que se siguen eligiendo representantes. La democracia por consulta popular o votación puede generar la tan temida dictadura de la mayoria donde las minorías pierden representatividad y no sólo no pueden tomar decisiones, sino que deben acatar las posibles malas decisiones de las mayorias.

Como alternativa democrática a estas formas de gobiernos que tienen claras falencias estructurales, surge el sistema de democracia directa por disenso. Este sistema fue elegido por el Partido Pirata Argentino y el mismo surgió al plantearse cómo organizarse para tomar decisiones rápidas y efectivas que dejasen a todos contentos, o al menos sin ninguna queja. El sistema que se utiliza actualmente en las asambleas está basado en una decisión tomada también en la Asamblea Permanente del partido. Todos los miembros del partido pueden si asi lo desean proponer ideas. Cada miembro de la asamblea indica que acepta la idea o se abstiene si considera que no le interesa el tema. Si la idea obtiene al menos el aval de tres personas y ninguna persona emite opinión desfavorable o contrapropuesta, la idea se lleva a cabo y se considera que el que la propone debe hacerse cargo de ejecutarla (a menos que por alguna razón no pueda y otro elija reemplazarlo). Si la idea obtiene al menos una objeción el tema pasa a discusión, se debate, se intercambian posiciones, buscando el consenso. Se intenta enteder la postura de la o las personas que objetaron y se intercambian ideas, asi como posibles modificaciones de la idea original que convenzan a todos. La experiencia en la lista de correos del partido fue siempre positiva y siempre llegamos a consenso, salvo algunos puntos que todavía se encuentran en discusión.

Una vez que se toma la decisión, se procede a actuar siguiendo una forma de trabajo llamada adhocracia en la cual quien formuló la idea toma las riendas de la iniciativa creando un lugar de discusión para el tema, el cual puede ser una lista de correo, reuniones personales con los interesados, etc. En el sistema ad-hoc, todos los participantes interesados en el tema tienen la capacidad de contribuir a la actividad por iniciativa propia, con mecanismos de consenso aproximado. Si el tema está estancado y las posturas son diametralmente opuestas y no hay lugar para más diálogo, la idea se archiva hasta la próxima Asamblea General donde se procede a usar el mecanismo de Acuerdo. Igualmente, aunque el Partido Pirata de Argentina no lo utiliza actualmente, se pueden usar distintas técnicas de desbloqueo, como las que presenta Starhawk en su artículo.

Entre las ventajas de este sistema se encuentran:

  • Los miembros del partido piensan bien las propuestas que van a hacerse y piensan si respetan o no los principios del partido, ya que saben que si hay gente que objeta la idea, van a tener que defenderla.

  • Los miembros saben que alguien deberá hacerse cargo de la propuesta para que esta se lleve a cabo y que el primer candidato serán ellos mismos.

  • Si hay gente indecisa o que no le interesa el tema, simplemente no participa, no interrumpe el debate y no esta obligada a inclinarse por una u otra posición si no se cree debidamente informada o si no le interesa el tema.

  • El debate ayuda a fortalecer las ideas. Una idea ampliamente debatida es una idea fuerte, que ha sido contrastada con otras múltiples ideas, que la gente sabe que no fue tomada por capricho de una sola persona, sino que representa a todos. Una vez ampliamente debatida, al ya haberse descartado múltiples alternativas, sólo una que parezca mejor puede hacer que se reabra el tema a discusión, ya que si alguien no informado quiere cambiar por algo ya debatido y descartado, los temas ya quedaron registrados, no solo en la lista sino también en la mente de todos los que debatieron y decidieron descartar dicha idea.

A partir de esto decidimos crear un sistema extendido que todavía esta a prueba, para poder extenderlo a reuniones con mucha más gente que se encuentra completo en la carta orgánica.

La acción colectiva

Como la democracia directa implica acción colectiva, tal vez sea pertinente encuadrar la acción colectiva para entender, en primer término, por qué sostenemos que la ideología subyacente detrás de la identidad pirata está construída por las prácticas en sí mismas, y en segundo lugar, por qué este nuevo tipo de organización necesariamente constituye un cambio en la estructura o naturaleza del lazo social.

Partamos de la situación de la acción colectiva en una sociedad capitalista y pos-industrial [@bell]. El factor común es la inercia: un estancamiento del espíritu provocado por el bombardeo -y usamos esta palabra cuidadosamente- constante de símbolos, símbolos producidos con esmero por quienes poseen los medios de producción y los medios masivos de comunicación para generar una mitología de los bienes de consumo. Esta construcción mitológica presenta un sistema de símbolos que reemplaza a los significados que subyacen en el verdadero lazo social por otros que trasmutan los valores humanos en valores materiales. Las personas necesitamos el mito, así que las acciones colectivas se vuelven exclusivamente orientadas a fines de corto plazo, individualistas, y relacionadas con uno o más símbolos mitológicos de consumo. La inercia, entonces, fomenta acciones colectivas que no están orientadas a fortalecer el lazo social, sino a consolidar una sociedad de consumo. La inercia reprime el espíritu entusiasta, la imaginación, la curiosidad por las relaciones humanas y sus cosquilleos; la inercia desfigura los valores que constituyen el lazo social, cualesquiera estos sean.

Por otro lado, la acción colectiva entendida desde la perspectiva de la identidad pirata, promueve relaciones orientadas a valores que evocan los significados originales de los símbolos, es decir, relaciones cuyos resultados -ya sean a través del consenso o de situaciones de conflicto inminente- necesariamente fortalecen el lazo social. Esta clase de acción colectiva construye poder, y este nuevo poder es un poder distribuído, difícil de manipular en favor de individuos particulares, como una enorme hydra a la que cortarle una cabeza sólo la volverá más fuerte.

Por supuesto, existen muchos grupos de personas que se organizan y realizan acciones colectivas que crean solidaridad y favorecen el lazo social. La diferencia fundamental entre estos grupos y los piratas es que la práctica de la democracia directa le brinda a la acción colectiva un matiz fuertemente crítico y reflexivo. Esta característica de retroalimentación tiene la virtud de generar un poder que se adivina y a su vez atiza la voluntad del grupo para ejecutar la acción de forma concluyente.

Desde esta óptica se puede entender por qué las acciones colectivas piratas son un fin en sí mismas, además de estar circunscriptas en algún otro fin instrumental. La capacidad de cada participante -siempre matizada con las estructuras ideológicas individuales- de aprehender este fin produce un cambio en la persona. Las biografías individuales de las personas tienen un fuerte componente de valores estructurales otorgados por los ámbitos donde estos individuos desarrollan (y por supuesto, desarrollaron) su vida cotidiana. La acción colectiva pirata permite reflexionar sobre estos valores estructurales -en definitiva, sobre el sistema de símbolos que forman la identidad personal- y así generar movimiento, movimiento que libera al espíritu de la cárcel de la inercia y comienza a integrar el nuevo poder.

Finalmente y como se puede intuir, hay que remarcar que la acción colectiva pirata puede aparecer en cualquier lugar, incluso en grupos que nunca oyeron hablar de la identidad pirata. Estas prácticas y formas de relación que hoy presentamos en este trabajo de forma esquemática son una consecuencia del agotamiento de la democracia representativa. El poder exponencial que brinda este tipo de organización podría ser orientado a cualquier actividad, desde investigación a producción comercial, desde activismo hasta un partido político, desde eventos de interés general hasta producción artística.

Conclusiones y visión de futuro

El sistema de democracia directa por consenso goza de todas las virtudes necesarias para ser considerado en los procesos de toma de decisiones en grupos acotados. Ya que sus características intrínsecas, acompañadas por el hecho de que el mismo fue no solo probado, sino que actualmente se encuentra en funcionamiento sin haber presentado ningún tipo de inconveniente dentro del Partido Pirata Argentino en formación, hacen que podamos afirmar que sus ventajas son realmente significativas respecto del sistema tradicional de votaciones por mayoría. Nuestra meta a futuro es extender el alcance del mismo, incorporando lentamente más gente en el proceso de generar un consenso, para poder tener una idea más concreta de su extensibilidad y trabajar en conjunto para mejorar cualquier posible inconveniente que pueda surgir al intentar implementarlo en grupos cada vez más grandes de gente. Algunos de los puntos conflictivos que pueden surgir tienen que ver con la distribución de la gente y el alcance de la inserción de las herramientas tecnológicas en los distintos tipos de poblaciones. Nos referimos a que cualquiera sea la implementación del sistema, éste debe incluir a todo tipo de persona, incluyendo gente con dificultades para utilizar las actuales computadoras, así como gente que tienecon acceso limitado a las herramientas que nos facilitan la discusión en forma remota.

Para hacer extensible este sistema a toda la sociedad creemos que es necesario fomentar el uso de diversas herramientas tecnológicas que faciliten a la sociedad en su conjunto poder estar informada y lograr participar activamente en la búsqueda del consenso. Consideramos para esto el uso de diversas herramientas informáticas que incluyen videos, grabaciones, textos, chats, etc.

Sabemos que encontrar formas que involucren a todos no es fácil ya que no solo hay inconvenientes técnicos para resolver, sino que lo social cumple un rol importante. Por ejemplo, una de las cosas que limitan la democracia por consenso es el hecho de que gran parte de la sociedad está acostumbrada en delegar responsabilidades en líderes que toman las decisiones. Y otra parte de la sociedad está acostumbrada a tomar decisiones por los demás y les cuesta escuchar las opiniones ajenas. Es decir, a gran parte de la sociedad le cuesta comprender el mecanismo por el cual todos toman la responsabilidad en conjunto de crear soluciones que incluyan a todas las partes interesadas.

Para superar los inconvenientes mencionados anteriormente es necesario, entre otras cosas:

  • Romper la inercia: atreverse a cambiar la forma de pensar y de trabajar en equipo; modificar las costumbres que se encuentran arraigadas en nuestra forma de interactuar con los demás.

  • Involucrarse en la acción: para que el método por consenso funcione, es necesario que el conjunto de la población se involucre activamente tanto en la discusión como en la etapa posterior que es la de la acción.

  • Comprender la dinámica del consenso: es necesario que cada persona tenga incorporado cómo funciona el sistema por consenso para evitar caer en las viejas prácticas que nos lleven a los sistemas tradicionales, los cuales se encuentran fuertemente ligados a nuestra cultura.

  • Pensar en relaciones horizontales: la cual es una tarea diaria, ya que muchas veces la inercia nos lleva a repetir y aplicar viejos modelos.

  • Aprehender el liderazgo como un rol, no como una jerarquía: a diferencia del liderazgo jerárquico, se necesita establecer la idea de que pueden coexistir muchos lideres a la vez, entendiendo la palabra líder como la persona que en algún momento dado fomenta el llevar a cabo las acciones, el ayudar a los demás a que generen nuevas ideas y el enseñar a generar participación.

Superando estos puntos y con la ayuda de las nuevas herramientas tecnológicas que facilitan la comunicación a distancia entre los distintos miembros de la comunidad, es que se puede generar un verdadero cambio donde podamos dejar de hablar de vencedore y vencidos, ya que al haber encontrado un consenso, todos ganamos.

Referencias