Buena historia y visualmente brillante, pero puzzles sencillos y predecibles
Double Fine le enseñó a la industria del videojuego que la financiación colectiva podía ser una buena manera de financiar proyectos. Sin embargo, para los jugadores de aventuras gráficas como un servidor, lo importante de aquel Kickstarter era que Tim Schafer nos estaba prometiendo una aventura gráfica de verdad. Uno de los genios responsables de la época dorada de Lucas Arts nos ofrecía una nueva aventura y eso bien valía darle 15 dólares sin preguntar siquiera cuál iba a ser el punto de partida.
El juego ha crecido tanto que el estudio lo va a presentar en dos partes. Por ahora, sólo se puede jugar al acto 1 y el segundo llegará a lo largo de este año. Emitir un juicio definitivo de todo el juego es demasiado arriesgado, pero no voy a dejar escapar la posibilidad de hablar de estas primeras horas de juego.
Visualmente perfecto
A nivel gráfico, Broken Age es una pequeña maravilla artístico. El estilo visual del juego se aleja de otras aventuras y se vuelve un elemento diferenciador desde el minuto uno.
El trabajo de arte se une a un guión propio de cuento que permite a los artistas inventar un nave más parecida a una guardería que a una futurista estación espacial. Del mismo modo, el mundo de los panaderos está plagado de detalles que recuerdan que sus habitantes viven del horneado de magdalenas y panes.
Dos cuentos
Broken Age son en realidad dos historias que se pueden jugar a la vez. El aspecto visual y las conversaciones nos sitúan en un mundo de fantasía donde una nave espacial cuida de su pasajero como si fuera su hijo o en el que una joven debe disfrazarse de tarta como ofrenda a un malvado monstruo que aterroriza las ciudades cada cierto tiempo.
Detrás de este escaparate, se esconde una historia plagada de misterios y preguntas por resolver que anima a seguir avanzando para conocer más sobre los mundos y sus personajes.
Puzzles simples y diálogos inacabables
Lo que todo aventurero le pide a un juego de este tipo es un buen puñado de puzzles divertidos y, por qué no, surrealistas. Al estar delante de un juego de Tim Schafer uno espera tener que clavar un plátano en un metrónomo para hipnotizar al mono que toca el piano y poder usarlo como llave inglesa.
Sin embargo, lo que he encontrado es un puñado de pequeños retos que se resuelven con facilidad y que permiten acabar este primer acto en unas cuatro horas. Esperaba mucho más de Broken Age y confío en que el acto 2 traiga esas propuestas disparatadas que vimos en El día del tentáculo o Monkey Island.
Los diálogos son otra parte fundamental de los puzzles. Todo aventurero sabe que hay que escuchar con atención todo lo que los personajes dicen porque es ahí donde están las pistas. Pero en Broken Age, los diálogos aportan mucha información irrelevante. La esperanza que me queda es que ese extra de datos que no sirve para resolver ninguna situación en este acto 1, sea útil en el acto 2.
A pesar de los defectos del acto 1, Broken Age es un título que todo buen aventurero debería jugar. Personalmente esperaba mucho más de él, pero confío en que el acto 2 eleve el juego a la altura de mis expectativas. Mientras espero, no puedo dejar de pensar que títulos como Gemini Rue consiguen una experiencia igual o mejor que este acto 1 de Broken Age con mucho menos presupuesto.
