Te amé, te amo, te amaré por nunca
siempre jamás amén, Llanes, Lybunca,
la Puebla de Aguilar o Villasaro
y mi asperjante amor te lo declaro
con tu propio pudor y mi descaro.
Mojo en tu sidra mi devota mano,
persigno con el índice y el medio
mi faz y voy a bendecir tu predio
marinero, rural, fluvial, urbano,
católico, guasón, astur e indiano.
Mi alma a las remotas eras vuelta,
corrobora su esencia primeriza
hoy que en vuestra compaña profundiza
el gran misterio de su noche celta.
Canta el orbayo y canto la neblina,
santo a Cuera y al Pico Turbina,
señor del trueno y padre de las nieves.
Canto el maíz, el bable, la sardina
y la luna romántica de Tieves.
Extraído de «Diana sin hiel a la Puebla de Aguilar»
Bendita sea la sidra, pues que a la gaita dota
de vibraciones celtas y da al cantor la nota.
bendito el ijujú que a su conjunto brota.
Extraído de «Soneto de la sidra»
Desde Tinamayor
hasta Cabo de Mar,
el martillo de Tor
golpea sin cesar.
Extraído de «Las costas de Tor»
Paisaje y paisanaje para vender al visitante
Arriba, un fotógrafo contempla los «Cubos de la memoria» en un atardecer desde el mirador privilegiado del paseo de San Pedro. Abajo, a la izquierda, la capilla de la Virgen de La Guía, con la sierra del Cuera nevada al fondo. A la derecha, varios vecinos, a la entrada de la basílica.
Llagrimina de Dios, rapaz parlleru,
enriador y espumosu gorgoritu,
gotera d'un llagar del infinitu,
sorbiquín corredor y bullangueru.
Siempre rebizcador y gayasperu,
lixeru y brincador más qu´un cabritu
que sin mieu al escayu, ni al espitu
abaxas dende'l monte hasta'l riberu.
¿Qué música e meyor que to mormullu?
¿Qué cánticu hay igual a to sormiella?
Yo, que aborrezo'l mundanal barullu
y to so'l corazón dura postiella,
solu me queda'l placenteru orgullu
d'haber nacíu a to floriada oriella.
(Poema de Ángel de la Moría dedicado al Carrocedo, el río de Llanes)